miércoles, 30 de abril de 2014

Ironías...

Las sugestiones, los consejos moralizantes, la persuasión mediante tecnicismos, el apoyo paternalista, la palmadita afectuosa… son algunos de los utensilios que utilizará. Si insistes en “no curarte” siempre le quedará el recurso de decirte frases estereotipadas como: “¡hombre, es que usted no pone nada de su parte!” o “haga un esfuerzo para distraerse y no piense más en ello”… Si además gozas de una buena posición económica, existe la posibilidad de que te recomiende ir una semanita al Caribe, otra semanita a una estación de deportes de invierno y finalmente a algún balneario de moda para desestresarte de tanto viaje. En último término, y si llegas a resultar realmente fastidioso y angustiante, te derivará a un psicoanalista con quien, por una pequeña fortuna mensual quizás llegues a conseguir algo en el plazo de unos años. Si tus ingresos no te permiten las anteriores posibilidades, te aconsejará que practiques yoga en el local social del barrio y que te busques un “hobby” saludable que te mantenga ocupado y no sea muy caro. Lo importante es que no pienses, no afrontes, no sientas y no clarifiques el juego al que estás sometido. Es mejor olvidar, negar, reprimir, desplazar, sublimar… y además, fomentar esa dependencia emocional hacia el terapeuta con que todo individuo llega a la primera consulta...


No hay comentarios:

Publicar un comentario