viernes, 30 de enero de 2015

TVG y artículo

El lunes 2 de febrero, sobre la una menos cuarto del mediodía, estaré de nuevo en el plató de la TVG en el programa A Revista.

Por otro lado, El Correo Gallego me publicaba esta semana el siguiente artículo:


PRIMERO PSICOTERAPIA

Es una pena que la medicación compulsiva siga siendo la primera línea de actuación en los trastornos mentales, asumiéndose eso de que únicamente “después, y si fuera necesaria, se prestará ayuda psicológica”. Es obvio que en este contexto, la terapia que brindamos los psicólogos (y algunos psiquiatras) tiene un papel secundario. Y creo que es una pena no por la relegación de nuestro trabajo a algo secundario, sino por el daño que se le está provocando en muchos casos a los pacientes, pues son ya muchos los estudios que prueban que, paradójicamente, es la medicación psiquiátrica uno de los factores más claramente relacionados con el creciente empeoramiento de la salud mental poblacional, y digo paradójicamente, porque se supone y se dice que cada vez disponemos de mejor y más afinada medicación.

Existe también esa fórmula que parece que intenta contentar a todos y que es la combinación simultánea de ambos tratamientos (farmacológico y psicológico), pero el problema de nuevo reside en que no está demostrada su utilidad. La realidad es que el estado medicado (a menudo sinónimo de drogado aunque pueda parecer ofensivo) impide, en muchas ocasiones, llevar a cabo terapias psicológicas efectivas por motivos más que evidentes. Además, la manera de cifrar la mejoría de un paciente, es muy diferente según atendamos a los criterios de un tipo u otro de terapia: la farmacología busca por encima de todo la reducción de síntomas mientras que la psicología suele apostar más bien por entenderlos, encontrar su origen y si no es posible su desaparición, buscar un cambio en la relación con ellos. Otra consideración relevante es que es frecuente observar que una terapia psicológica en el contexto de estar tomando medicación para lo mismo, muchas veces no es tomada en serio, viéndose como una especie de charla paternalista y poco más. Incluso si es el propio psiquiatra el que administra ambos tratamientos (psicoterapia y medicación), no parece confiar en ellos por igual...

La manera más honesta y la que se debería potenciar a día de hoy desde todos los servicios de salud (públicos y privados), teniendo presentes la gran cantidad de estudios e investigaciones al respecto, es la de ofrecer terapia psicológica como primer abordaje para los llamados problemas mentales, sin descartar la medicación, “si fuera necesaria o conveniente”, pero en todo caso después de comprobar los efectos de varias sesiones de psicoterapia.

lunes, 26 de enero de 2015

Tiro con arco

¿Y si en el famoso ejemplo del tiro con arco del zen (y del mindfulness), el temple que muestra la persona, tuviera su explicación no en un yo desaparecido sino en la fuerza del hábito?

miércoles, 21 de enero de 2015

También soy una persona

Dice C. Naranjo que el terapeuta "tal como es para sí mismo, debe ser para su paciente". Creo que es una buena forma de describir eso que se nos exige a los psicólogos de ser "transparentes". Porque la transparencia no consiste, como suele parecer en un principio, en mostrarlo todo o decirlo todo, a todo el mundo y en cualquier momento. Tampoco debemos caer en el otro extremo pensando y asumiendo que el paciente es "ingenuo" y hay que "cuidarlo escatimando veracidad", Los extremos no son más que una expresión de egocentrismo que no tienen en cuenta para nada a la persona que está delante. ¿Protegemos al paciente o nos protegemos a nosotros mismos?
Soy partidario de una postura algo más sutil, que pasa por la propia y constante apertura a uno mismo y al otro. 




Para algunos sigue siendo un tabú el reconocerse persona ante los pacientes. Yo creo, como dice Perls, que "ese es el comienzo de una sólida recuperación". A  ningún padre le es fácil reconocer su ignorancia ante sus hijos y, por ello, lo único que hace es mantener una imagen que posiblemente será la causante de la inseguridad de ellos. La verdad, sin maldad, no daña, al contrario, uno se hace más fuerte al aceptar la finitud y la imperfección:

viernes, 16 de enero de 2015

Artículo en El Correo Gallego

El Correo Gallego me publica hoy este artículo:


NO PIENSE EN ESO

Se dice que cuando tenemos identificado, analizado y evaluado un problema es cuando emprendemos las acciones oportunas para solucionarlo. Lo habitual es que lo abordemos intentando manejar y cambiar sus causas. Por ejemplo, vemos que hay una humedad en el techo y buscamos la gotera o la filtración, la reparamos y ya está. Tenemos una piedra en el zapato, la quitamos y molestia solucionada. Nos duele una muela, nos la extraen o tomamos un analgésico, y dolor calmado. Parece sencillo... Supongo que la principal diferencia entre los problemas citados y los problemas que tienen que ver con sentimientos y pensamientos, y que habitualmente tratamos en las consultas de psicología es que estos últimos no responden a esta lógica. Cuando tenemos un problema de este tipo, los que nos escuchan suelen recurrir a frases como “no pienses en eso” o “no te preocupes” o “no estés triste”, y sin embargo al tratar de hacerlo parece que empeoramos la situación un poco más. Una de las nuevas terapias psicológicas, la ACT, se refiere a este fenómeno como “efecto Eróstrato”. El curioso nombre viene de la historia que se cuenta sobre Eróstrato, de Éfeso, que quería ser famoso y de paso refutar la afirmación de su compatriota Heráclito, según la cual nada permanece y todo fluye, de manera que no se le ocurrió mejor cosa que prender fuego al templo de Artemisa. A fin de que no se saliera con la suya, el rey Artajerjes prohibió, bajo pena de muerte, el recuerdo de su nombre, provocando así el efecto contrario, es decir, que la gente lo recordara muy bien no fuera a ser que lo pronunciaran. El llamado efecto Eróstrato nos habla precisamente de eso tan común y a la vez tan paradójico de tener que recordar para no recordar.

                               

Ahora imagínese usted en una silla sobre un pozo lleno de serpientes hambrientas y venenosas. Usted está a su vez conectado a sensibles detectores de activación que harán que si se mueve lo más mínimo encima de esa silla, si no logra estar completamente relajado, harán que vuelque. Ya lo sabe, relájese y todo irá bien. No piense en las serpientes, ni en que están hambrientas, ni en que son venenosas, ni en lo terrible que sería una muerte así. Es sencillo. No hay nada más que hacer.

miércoles, 14 de enero de 2015

Seguir adelante

Puede llegar un momento en la terapia en el que importa más, por decirlo de alguna manera, rehacer el sentido de la vida que deshacerse de los malestares por los que normalmente se vino a buscar ayuda. Teniendo clara la idea de la aceptación y el compromiso que están en la base de la terapia ACT, cualquier cosa que ayude a mantener a los clientes implicados en conductas consistentes con ciertos valores está en buen camino, en orden al cambio y la mejoría. Establecer metas está bien, aunque las metas no son exactamente los valores. Hacer pequeños compromisos está bien también. Darse cuenta de patrones de conducta que contribuyen al sufrimiento y a pesar de ello seguir adelante y hacer algo es importante. Se necesita audacia y valor para actuar. En ese camino el paciente puede contar conmigo como terapeuta.

martes, 13 de enero de 2015

miércoles, 7 de enero de 2015

Sabina, Soler y otros niños

La prensa, los telediarios y las redes sociales se llenaron a mediados del mes pasado de comentarios más o menos afortunados sobre ese “problema mental” al que el fantástico cantautor de Úbeda se refirió jocosamente con un “me ha dado un Pastora Soler”. Sabina, en efecto, estaba hablando de una de las fobias que tratamos más a menudo en las consultas de psicología: el miedo escénico. Pensé en algunos de mis pacientes, no tan famosos, pero eso sí, con una forma común de enfrentarse y de percibir situaciones en las que la evaluación “de los otros” se vuelve una espada de Damocles que les hace evitar (en sus múltiples modalidades) una y otra vez aquello que temen... Y me vinieron a la mente sobre todo los niños que sufren ese mismo tipo de miedo. Salir a dar la lección en clase, leer delante de los compañeros, tirar un penalti o un tiro libre mientras un montón de personas observan... Seguramente estas situaciones nos resulten más familiares. No hace falta irse a grandes nombres ni a grandes escenarios. La evitación (ya mencionada), la demanda de protección y ayuda, y la necesidad imperiosa de control (que hace perder el control) son las tres trampas ante las que una y otra vez sucumbe el fóbico. En ellos emerge continuamente la memoria visceral y sensorial que mantiene activas las sensaciones inquietantes ya vividas con anterioridad, haciendo que se muestren incluso en ausencia del estímulo. Podríamos decir que la mente construye aquello de lo que más tarde se asusta. Suelo decir que la técnica más efectiva para hacer que una persona salga de esta cárcel psicológica es la que en psicoterapia breve estratégica se llama “situarse en la peor fantasía”. El objetivo no es otro que guiar al paciente para que aprenda a enfrentarse al miedo y lo convierta en valor. Y es que como ya indicaba una antigua tabla sumeria: “cuando nos enfrentamos al miedo, éste se convierte en coraje, pero cuando lo evitamos, éste se torna pánico”.