lunes, 28 de septiembre de 2015

Correo TV

El lunes 5 se emitirá la entrevista que me ha hecho hoy Carlos Roma de Correo TV. Será en el programa "Santiago Sí" a las ocho y a las diez de la noche.

viernes, 18 de septiembre de 2015

Fármacos peligrosos y sin evidencias científicas

La industria farmacéutica lleva mucho tiempo manipulando los estudios a su antojo. Afortunadamente el tiempo suele poner a cada uno en su sitio. Y no es que lo diga yo (o cualquier otro compañero psicólogo), los propios psiquiatras reconocen a día de hoy que la primera opción de tratamiento debe ser la psicoterapia.
http://www.elmundo.es/salud/2015/09/17/55f9a5efe2704e760f8b45b0.html

jueves, 17 de septiembre de 2015

El caso de Anna O.

Dicen los libros de historia que a principios del siglo veinte los cuatro neurólogos más célebres eran Jean Martín Charcot, Pierre-Marie-Félix Janet, Josef Breuer y Sigmund Freud, y que su “enfermedad favorita”, por decirlo de algún modo, era la histeria. Cuando hablaban de pacientes con histeria se referían a aquellos que presentaban síntomas desconcertantes porque no se ajustaban al funcionamiento normal del sistema nervioso ni a los trastornos neurológicos aceptados por entonces. Esta sintomatología solía incluir parálisis, pérdida sensorial, alteraciones del habla, náuseas, convulsiones, mareos y hasta pérdidas del conocimiento. Son muchos los que piensan que el psicoanálisis tuvo a su paciente cero con una de estas personas, la conocida por su seudónimo Anna O. Josef Breuer, uno de los profesores de Freud junto con Charcot, fue quien la trató en su clínica de Viena. Según nos cuentan, Anna era una mujer creativa, inteligente, sugestionable y solitaria, con una colección de síntomas bastante indeterminados. De manera improvisada, Breuer se inventó la “terapia hablada” como alternativa a la hipnosis, que era lo que se practicaba entonces. En lugar de caer en una especie de trance hipnótico, Anna era apremiada en la consulta a asociar pensamientos aparentemente aleatorios. A continuación, paciente y médico establecían conexiones relacionando las fantasías y los impulsos inconscientes de su vida pasada. 


Los síntomas de Anna mejoraron. El porqué de esta mejoría sigue dando lugar a encarnizadas discusiones hoy en día entre los partidarios de las distintas corrientes psicoterapéuticas. Allen Frances, psiquiatra que formó parte del grupo directivo del Manual Diagnóstico de las Enfermedades Mentales en su cuarta edición, explicaba hace poco en uno de sus artículos que si bien era cierto que al principio Anna parecía mejorar, volvía a enfermar de nuevo en cuanto su recuperación amenazaba con poner fin a su adorada relación con Breuer. Según él, había una explicación obvia. Anna mejoraba para complacer a Breuer y empeoraba para evitar perderlo. Es probable que, al igual que sucedía con la hipnosis de Charcot, en ocasiones los síntomas aparezcan y desaparezcan en gran parte gracias a la sugestión que se produce en toda relación intensa. Y lo demás sea lo de menos...

lunes, 7 de septiembre de 2015

Palabras más palabras menos

PALABRAS DE MODA

Hace poco escribía en esta misma sección sobre algunos trastornos mentales que por diversas circunstancias parecen ponerse “de moda”. Hablaba en aquella ocasión del TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo), y quiero hacerlo hoy de una de esas palabras que, en este caso, los psicólogos hemos puesto también “de moda” en nuestras consultas y libros de autoayuda: la asertividad. Dice textualmente uno de estos libros que una persona es asertiva cuando “es capaz de ejercer sus derechos, expresar desacuerdos, sentimientos negativos, y dar opiniones contrarias”. El problema de la ambigüedad y falta de concreción de ciertas definiciones es que acabamos confundiendo la velocidad con el tocino. No es la primera vez que escucho a alguien decir frases del tipo: “desde hace un tiempo intento ser más asertivo y digo las cosas como las pienso, no me callo nada... Ya me dijo mi anterior terapeuta que yo también tengo derechos y que debía ejercerlos”. Desde ese bendito día sé que una de estas personas llegaba a su casa y lo primero que le decía a su mujer es “tengo derecho a decirte que estás cada día más gorda” o “no me gusta la cena, hazme otra cosa”. Y en el trabajo a sus compañeros: “que sepas que no me gustan tus zapatos” o “la verdad es que me desagrada tu olor a sudor”. Y a sus amigos: “no me gusta cómo hablas” o “sinceramente, tus chistes son penosos”... El remedio se convirtió en enfermedad. La gente se fue alejando poco a poco de nuestro protagonista hasta que finalmente se quedó únicamente acompañado de su nueva amiga: la señorita Asertividad.




 Todos sabemos que las personas que derraman ese tipo de sinceridad ácida por los cuatro costados son insoportables. La insensibilidad por el dolor ajeno no se puede equiparar con “la defensa de mis derechos”. La vida está llena de mentiras piadosas, algunas hasta podríamos calificarlas de bellas, tiernas y humanistas. Fromm sostenía que el ser humano que tiene la capacidad de conocerse a sí mismo está capacitado también para poder elegir. Si la asertividad puede lastimar a otra persona de manera innecesaria, la decisión de “ser asertivo a toda costa como remedio a mis males” debe revisarse. Al fin y al cabo, y como muchas otras, la asertividad puede ser la más cruel de las virtudes cuando se la priva de excepciones.

jueves, 3 de septiembre de 2015

Psicología y ciencia

Un artículo interesante sobre esos estudios que salen publicados habitualmente en los medios de comunicación e incluso en revistas especializadas y que distan mucho de ser "científicos"...
http://elpais.com/elpais/2015/08/27/ciencia/1440694670_334798.html