miércoles, 20 de mayo de 2015

Evitación

LO QUE TE ESTÁS PERDIENDO

Por lo que me cuentas tengo la impresión de que has aprendido a tratar con los recuerdos y pensamientos que te causan malestar como objetos de cambio, de la misma manera que lo haces con los eventos externos que te estorban o interfieren. Los quitas o te apartas de ellos y continuas haciendo lo que estabas haciendo. Aunque a priori parece la opción más fácil, no funciona con los llamados “eventos privados”. En primer lugar porque forman parte de uno mismo (¿es posible apartar o hacer desaparecer tu sombra?). En segundo lugar, y en realidad por idéntica razón, porque las reglas de evitación, control y escape contienen estímulos discriminativos relacionados con las propias experiencias que se quieren eliminar. Sería algo así como limpiar una superficie con un instrumento manchado de lo mismo. En tu caso, los intentos de control de la ansiedad que refieres que pones en práctica para evitar la experiencia de rubor en las relaciones sociales son los que en realidad están evocando la propia ansiedad como respuesta a tus construcciones verbales acerca de que no hay nada que temer. La conducta de evitación misma, por simple condicionamiento operante, fortalece sucesivas conductas de evitación.

Lamentablemente, el mundo en el que vivimos también hace mucho para que la evitación experiencial sea cada vez más predominante. Es cierto que los medios modernos propician enormemente la frecuencia de exposición al dolor y al horror y, a la vez, promueven activamente la evitación con mensajes de que el coche, la casa, la ropa o la pastilla adecuada eliminarán el disconfort, las tristeza, la ansiedad o la duda. Puede que, en muchos casos, la aceptación, por mucho malestar que inicialmente pueda provocar, sea la alternativa más saludable a la evitación experiencial. Como ya he dicho en alguna otra ocasión, aceptación no significa resignación, aguante o fatalismo. La aceptación a la que me refiero va en la línea de poder vivir las experiencias tal y como son, con ese concepto tan abstracto (pero creo que entendible) que el mindfullness y el zen llaman “conciencia plena” y con una actitud de apertura y curiosidad, intentando dejar a un lado defensas innecesarias y contraproducentes. La evitación siempre acaba quitando mucho más de lo que se propone.

viernes, 8 de mayo de 2015

Alienación y ansiedad

NI ES LO QUE TENGO NI ES LO QUE SOY

Esta noche tuve un sueño un poco raro... Por momentos casi se hubiera podido decir que era un pesadilla. Los objetos y las personas dejaban de ser objetos y personas y hablaban e interactuaban entre ellos como en una obra de teatro. Cada objeto tenía su papel y a su vez era cada vez menos el objeto que en realidad era. Recuerdo que en una esquina del onírico escenario había un reloj que ya no servía para marcar el tiempo (incluso iba retrasado) pero que ejercía de ostentosa joya y presumía de ello ante los demás. Sobre el suelo descansaban, dichosas, unas zapatillas deportivas con las que no se podía hacer deporte porque se rompían pero que representaban algo etéreamente superior y así se lo decían a los hombres y mujeres que las miraban. Y a su lado sonreía una chaqueta incómoda que no abrigaba nada pero con una etiqueta mágica que elevaba a quien la usaba a un estatus privilegiado... Las personas que por allí pululaban, siguiéndole el juego a los objetos, los trataban cada vez menos en su significación real y más en su extravagante y nueva representatividad. Poco a poco, y misteriosamente, las personas empezaron a olvidarse también de sus nombres y de su condición de personas hasta que de pronto ya sólo eran “médico”, “jueza”, “profesor”, “enferma”, “cocinero” y “mujer de”. Todos se comportaban hábilmente, dedicando a cada cual la palabra adecuada a su papel. Incluso la comunicación con las increíbles nuevas cualidades de los objetos era fácil y fluida. 



Recuerdo que fue entonces cuando aparecieron en el sueño dos niñas gemelas, de unos cuatro o cinco años, que estaban sentadas en las butacas del teatro. Observaban con una mezcla de sencillez e ingenuidad lo que estaba pasando y no entendían nada. Los actores sintieron su mirada y una extraña inquietud los invadió. Por unos minutos todo continuó igual. El caos vino después. Las niñas se dirigieron al escenario y empezaron a preguntar eso que no se puede preguntar: “ ¿por qué usas un reloj que funciona mal?, ¿por qué calzas unas zapatillas que se rompen?, ¿por qué te pones una chaqueta que no te abriga? ¿por qué no os llamáis por vuestro nombre? ¿por qué habláis siempre de lo mismo?” Los objetos, sorprendentemente, pasaron a ser de nuevo objetos. Las personas, turbadas y fuera de sí, no lograban encadenar las respuestas salvo para defenderse con fórmulas elusivas. Creo que fue ahí cuando desperté. La ansiedad ya era insoportable.

viernes, 1 de mayo de 2015

Entrevista en la revista Teovivo

Los compañeros de la revista Teovivo me entrevistaron hace un par de semanas coincidiendo con la charla/conferencia sobre nuevas adicciones para la Asociación Teenses Pola Igualdade. La podéis leer en la versión escrita del nuevo número.