Por lo que me cuentas tengo la impresión de que has aprendido a tratar con los recuerdos y pensamientos que te causan malestar como objetos de cambio, de la misma manera que lo haces con los eventos externos que te estorban o interfieren. Los quitas o te apartas de ellos y continuas haciendo lo que estabas haciendo. Aunque a priori parece la opción más fácil, no funciona con los llamados “eventos privados”. En primer lugar porque forman parte de uno mismo (¿es posible apartar o hacer desaparecer tu sombra?). En segundo lugar, y en realidad por idéntica razón, porque las reglas de evitación, control y escape contienen estímulos discriminativos relacionados con las propias experiencias que se quieren eliminar. Sería algo así como limpiar una superficie con un instrumento manchado de lo mismo. En tu caso, los intentos de control de la ansiedad que refieres que pones en práctica para evitar la experiencia de rubor en las relaciones sociales son los que en realidad están evocando la propia ansiedad como respuesta a tus construcciones verbales acerca de que no hay nada que temer. La conducta de evitación misma, por simple condicionamiento operante, fortalece sucesivas conductas de evitación.
Lamentablemente, el mundo en el que vivimos también hace mucho para que la evitación experiencial sea cada vez más predominante. Es cierto que los medios modernos propician enormemente la frecuencia de exposición al dolor y al horror y, a la vez, promueven activamente la evitación con mensajes de que el coche, la casa, la ropa o la pastilla adecuada eliminarán el disconfort, las tristeza, la ansiedad o la duda. Puede que, en muchos casos, la aceptación, por mucho malestar que inicialmente pueda provocar, sea la alternativa más saludable a la evitación experiencial. Como ya he dicho en alguna otra ocasión, aceptación no significa resignación, aguante o fatalismo. La aceptación a la que me refiero va en la línea de poder vivir las experiencias tal y como son, con ese concepto tan abstracto (pero creo que entendible) que el mindfullness y el zen llaman “conciencia plena” y con una actitud de apertura y curiosidad, intentando dejar a un lado defensas innecesarias y contraproducentes. La evitación siempre acaba quitando mucho más de lo que se propone.
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