viernes, 3 de enero de 2014

Hacia un adulto responsable

 
No soporto que los adultos pongan como excusa para ciertos comportamientos y actitudes de sus hijos una supuesta carga genética que los predetermina a “ser así”. El sentido de la responsabilidad no se transmite genéticamente sino que se adquiere a base de experiencia y práctica. Desde el primer día de su vida hasta su madurez, el niño debe desarrollar, poco a poco, la capacidad para ser responsable y, luego de adulto, de mantenerla y ampliarla. Y la vía para conseguirlo es el trato diario con sus padres, sus maestros y sus iguales. En este sentido son las pequeñas tareas y obligaciones de la vida cotidiana, adaptadas a cada edad, las que desarrollan el sentido de la responsabilidad.




Este trato implica ciertas expectativas que el niño tiene que aprender de forma adecuada y efectiva. Lo que se espera que consiga adquirir el niño debe ser comunicado desde pequeño lo más claramente posible en relación con su capacidad de comprensión y de actuación. Conforme el niño vaya respondiendo a ellas, necesitará recibir información sobre cómo se está desenvolviendo y, al mismo tiempo, recibir nuevas metas que incrementan su capacidad para poder afrontar nuevas situaciones. Sin embargo, los padres que constantemente dan órdenes a los niños, contemplando con satisfacción cómo éstos las ejecutan, no necesariamente están enseñándoles a ser responsables. Hay que tener en cuenta que un elemento fundamental en cualquier aprendizaje es la interiorización, más que la simple, y a la larga poco efectiva, imposición de lo que se le quiere enseñar. Hay que promover el paso de la responsabilidad transmitida a la autorresponsabilidad interiorizada. En gran medida, los niños (al igual que los adultos) aprenden de sus errores, pero si no saben por qué algo es un error o qué otras opciones disponen, no podrán aprender y progresar. Por eso, más allá de pedirles determinados comportamientos, es importante que se les explique el porqué de cada acción y las posibles alternativas disponibles. Aunque todos sabemos que una cosa son las palabras y otra los hechos, y lo que en la teoría es muy sencillo en la práctica ya no lo es tanto, podría resumir que el adulto que quiera inculcar el sentido de la responsabilidad en un niño debe ser comprensivo, tolerante y paciente, al tiempo que claro, coherente y respetuoso, sin olvidar, claro está la perseverancia.

1 comentario:

  1. Cuanta razón y sabiduría se desprende de tus palabras. Cuantas veces no nos encontramos que los padres que en vez de educar a un hijo educan a una mascota, es decir, a un ser que sólo recibe y ejecuta órdenes, dejando completamente de lado la adquisición de responsabilidades de ese ser. Cuantas veces no habré oido yo eso de: Se hace así porque lo digo yo!!!! En fin...

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