miércoles, 15 de enero de 2014

Curiosidad

Se ha calculado que los niños entre los cuatro y los ocho años formulan un promedio de treinta y tres preguntas por hora- ¿Por qué los adultos perdemos poco a poco ese interés indiscriminado y elemental por saberlo todo? Para avanzar, el único remedio es el interés constante, la búsqueda decidida, el sentido de la curiosidad, y el de la esperanza. Decía Aristóteles que esa curiosidad unida a la admiración son el umbral del saber. No podemos confundirnos con esa otra curiosidad enfermiza que escarba en lo nuevo por el mero hecho de ser nuevo, por el morbo de mirar, sin intentar comprender lo que se percibe, enfrascándose en la dispersión frívola...

La curiosidad inteligente es la que ensanchará el espacio del ser humano. Y es que la persona es importante por lo que es, pero, mucho más aún, por lo que puede llegar a ser.

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