Un niño con TDAH suele recibir una información más negativa de su comportamiento y de su capacidad que sus compañeros y amigos. La realidad es que crece sometido a un mayor número de fracasos que los demás niños, se mete con mayor frecuencia en dificultades, comete más errores, y, cuando se compara con sus iguales, es prácticamente imposible que no sea consciente de sus propias dificultades. Todo ello contribuye a la formación de una baja autoestima.
En el intento de proteger su autoimagen, los niños hiperactivos suelen atribuirse a sí mismos los éxitos, pero no los fracasos. Cuando se trata de los fracasos, el niño tiende a responsabilizar a los demás de su mala actuación o se excusa atribuyendo la responsabilidad a factores que están fuera de su control: la profesora me tiene manía, el examen era muy difícil, el otro niños empezó, llovía mucho y no podía concentrarme, etc.
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