El trastorno se caracteriza por múltiples tics motores y/o vocales. Las manifestaciones son muy variables y cambiantes. Suele aparecer la famosa coprolalia (uso de palabras obscenas), exhibicionismo, conducta autodestructiva, actividad sexual inadecuada, conducta antisocial y un comportamiento obsesivo. Asociados al trastorno suelen ocurrir comportamientos de tipo hiperactivo e impulsivo, dificultades de aprendizaje, agresividad, ansiedad, excesiva autoobservación y humor depresivo.

Desde modelos psicoanalíticos se entiende como la manifestación observable de un conflicto entre la gratificación de impulsos instintivos y la defensa contra los mismos, y desde modelos conductuales se habla de respuestas condicionadas de evitación que se mantienen mediante reforzadores contingentes
Uno de los modelos más en boga actualmente es de Azrin y Jun, que consideran que los tics son reacciones antes un trauma físico o emocional. El trauma pasa a ser inconsciente y se convierte en un hábito automático que escapa a la conciencia, lo que facilita su mantenimiento.
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