La ambivalencia, una de las características más denigradas por el sentido común, es en realidad una parte inevitable de nuestra forma de relacionarnos con nosotros mismos, con nuestros actos y con el mundo. Pretender suprimirla es como meter un gato en un saco: morderá, arañará y una vez libre no habrá quien lo maneje.
Pero también podemos optar por domesticarlo y hacernos sus amigos...
No hay comentarios:
Publicar un comentario