Observa todo lo que se presenta, la impermanencia, el sentido o la falta de él, de todas las experiencias y acontecimientos. Sin rechazar nada, sin apegarte, simplemente observando y tomando nota de su naturaleza. Aprende que lo nuevo no puede coexistir con lo viejo, sino que debe obrar como nuevo. Es esencial saber morir a cada instante, renovándonos constantemente para liberarnos así de pautas antiguas. Cuando no cargamos con esa “mente muerta” viajamos con ligereza y nos comportamos en consonancia. Lo contrario sólo nos lleva a reforzar y aumentar los condicionamientos hasta puntos que llegan a resultar completamente ridículos.
Recuerdo que una vez conocí a un hombre en un hospital psiquiátrico que daba un montón de palmadas estruendosas cada treinta o cuarenta segundos. Repetía este comportamiento durante todo el día y solamente cuando llegaba la noche y la medicación de la cena empezaba a hacer efecto caía rendido en la cama y lograba descansar. Un día fui hasta él y le pregunté por el motivo de tan extraño proceder. El hombre me miró y respondió: “¡Qué tontería! ¿Para qué va a ser?, pues para espantar a las palomas”. Me quedé unos segundos dubitativo antes de replicarle: “¿Palomas?, ¡pero si aquí no hay ninguna!”. A lo que él me contestó: “Y entonces, ¿ve usted como sí que funciona?”.
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