Ayer Jordi Évole nos contaba un cuento... que ya nos habían contado otras veces.
Existen pocas dudas respecto al importante papel que desempeñan los medios de comunicación y, en especial la televisión, en la creación de una determinada representación de la realidad. Los medios proporcionan a las personas unas determinadas creencias y valores que éstas hacen suyas, contribuyendo así al desarrollo de un determinado sentido común que, como tal, se considera universalmente válido. Obviamente, esa labor de los medios se ve acompañada y reforzada por el trabajo que en esa misma línea realizan otras instancias de influencia y de poder. Manipulación, ocultamiento, bombardeo mediático, titulares estudiados psicológicamente con consignas dicotómicas de "buenos" y "malos", salvadores de la patria, cortinas de humo... Internet ardía ayer por la noche con todas estas palabras y algunas más... Una pregunta sobrevolaba por las redes (a)sociales: ¿Se han convertido entonces las cadenas mediáticas en las mayores legitimadoras y justificadoras de cualquier acción política?
Recuerdo que en la carrera estudiaba que una de las tesis centrales de la psicología social es que los medios de comunicación proporcionan una visión consistente y homogénea de la realidad que no suele responder a lo que acontece en el mundo exterior...
¿Cómo romper entonces esa visión del mundo que, al margen de considerarse auténtica, se percibe como la única posible?
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