En el episodio
maníaco el paciente se siente eufórico, expansivo y se cree omnipotente. Los
síntomas son egosintónicos, es decir, que la persona en muchos momentos no
sufre por ellos, a veces incluso todo lo contrario. No puede entender la razón
que lleva a los demás a intentar frenar su estado.
Esas manifestaciones
positivas del principio van cambiando según avanza el episodio, de modo que la
alegría se convierte en irritabilidad, el pensamiento grandioso y acelerado
pasa a ser caótico y el funcionamiento que aparentemente todo lo puede deviene
en fracaso y deterioro. Aún así, cuando el episodio remite, la persona suele
recordar con cierta nostalgia las características positivas del mismo...
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