martes, 9 de diciembre de 2014

Conductismo

SUSTANCIAS INTERIORES

La escuela conductista es uno de los blancos de ataque preferidos de los psicólogos de mi generación. Parece que uno queda bien en determinados foros si critica la supuesta simplicidad e ingenuidad de los postulados de este tipo de psicoterapia. Mi impresión, sin embargo, es que la mayor parte de esas críticas están basadas en estereotipos. Y es que en contra de lo que se suele creer, para un conductista la conducta no es la mera “conducta motora”. Los manuales de salud mental suelen decir que cognición, emoción y conducta son las tres unidades de análisis de debemos tomar como referencia para el estudio de una persona. La diferencia es que para el conductismo, cognición y emoción son también conductas. Para acercarnos más a su idea basta con cambiar estos sustantivos por verbos. Así, la cognición (o el pensamiento) serían “pensar o estar pensando”, y la emoción (o el sentimiento) serían “sentir o estar sintiendo”. Para los no conductistas, la idea de que ellos consideran las experiencias privadas (pensamientos y sentimientos) como conductas puede parecernos desconcertante... y es que ¡cuántas veces hemos oído que un conductista niega o rechaza la existencia de ese “mundo privado”! La realidad, sin embargo, es otra. Lo que critica y rechaza el conductismo es la “sustantivación” de los procesos conductuales, es decir, su conversión en cognición, pensamiento, voluntad, memoria... Al fin y al cabo no sería más que la reificación como cosas estáticas de actividades y acciones. El problema para un conductista, como digo, es la sustantivación de reacciones y conductas como si estuvieran derivadas de supuestas “sustancias interiores”. El rechazo es a la mente como sustancia dentro del cerebro y a menudo confundida con él. El conductista lo que objeta es la consideración de las “sustancias interiores” o “experiencias privadas” como causa de la conducta motora externa. Esos eventos privados serían conductas también, no causas. Se puede estar de acuerdo o no con esta afirmación, pero lo que sí está bastante claro es que en la mayor parte de las ocasiones, cuando se utilizan entidades mentales para explicar el comportamiento de una persona, se incurre en explicaciones circulares como, por ejemplo, la explicación que se da a respuestas o actuaciones inteligentes (conductas, verbos) diciendo que son fruto de “la inteligencia” (un nombre, una entidad).


                        

Aunque no me sitúe en una posición extremista, lo cual sí suele ser habitual en psicología, estoy de acuerdo en que “pensar y sentir” (cognición y afecto), también son susceptibles de un análisis funcional, es decir, antecedentes y consecuentes, teniendo en cuenta las acciones operantes que comportan. No siempre son necesarias (incluso a veces pueden ser contraproducentes) las sesudas teorías sobre apegos y duelos traumáticos para acercarnos y ayudar al paciente.

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