A veces creo que el mindfulness parece cumplir el papel de la religión para aquellos que abandonaron la religión de origen o se sienten abandonados por ella... Y no digo lo de "religión" en un sentido peyorativo.
En cualquier caso el mindfulness proporciona un espacio de calma en una sociedad enferma, en la que ya parece que somos una especie de post-humanos en los que el propio cuerpo y la propia mente son meros objetos de intercambio. Habitamos más el futuro que el presente, de manera que nunca estamos en lo que estamos y donde estamos. El mindfulness (y como he dicho ya en otras ocasiones, el zen) nos brinda la oportunidad de salir de ese “modo automático” que llevamos activado todo el día y que nos está haciendo mucho daño.
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