jueves, 21 de julio de 2022

Epidemias

LA GRAN EPIDEMIA

No sé preocupe, hoy estará tranquilito. Le hemos dado la pastillita antes de venir… Me veo entonces en la obligación de preguntarles si saben que esa "pastillita” es bastante similar bioquímicamente a la que luego les proporcionarán a los jóvenes y no tan jóvenes en las discotecas y after-hours. No responden y, como era de esperar, me miran ofendidos. Previamente un ejército de individuos de bata blanca les ha revelado la Verdad de los problemas del niño. Una verdad que justifique en la práctica clínica el gran negocio para las grandes corporaciones farmacéuticas, con las posibilidades de multiplicarlo en el futuro mediante la necesidad de usar durante toda la vida la "psicofarmacología de la vida cotidiana". Por supuesto la industria de las aplicaciones informáticas colaborará rauda y veloz creando una que nos diga qué tomar y qué cantidad, sustituyendo así al pobre médico humano que se equivoca y se fatiga con horarios insoportables. Pero si dejamos a un lado el éxito económico, los resultados sanitarios se muestran más que dudosos, por no hablar de la parálisis de  estudios independientes (recordemos que, como todas las clasificaciones "de consenso", la CIE y la DSM quedan determinadas por los expertos y grupos que participan en el "consenso"; ¿podría ser que los "consensuadores" sean escogidos por mostrarse favorables a la "psicofarmacologización de la vida cotidiana"?) 


¿Quién se atreve hoy a decirle a las familias que si su hijo moja la cama, se muestra hiperactivo, va mal en el colegio, usa drogas o ha hecho un cuadro psicótico, puede que algo también tengan que ver en ello y algo tendrían que cambiar? ¿Quién se atreve a cuestionar hoy en día la propia responsabilidad como sujetos? Cerrar las preguntas cuanto antes con una explicación biologicista o genética parece aliviarnos. Que determinado cuadro sintomático  aparezca en determinadas familias no tiene que implicar siempre base genética, sino carga familiar. Y las familias, los seres humanos, tenemos unas dinámicas, unos patrones relacionales que inevitablemente condicionan nuestra psique. Si la familia, pero también el sistema social que rodea a la familia ayudan a mentalizar y a contener (que también implica poner límites porque sin ellos no hay contención), y no a hacer algo cuanto antes, si se asume y se entiende la radical interdependencia con los demás, la falsedad neoliberal disfrazada de progresismo del autodeterminismo, y si dejamos de usar los dispositivos electrónicos como si fuesen los nuevos chupetes en niños (y adultos), quizás esta nueva gran epidemia empiece a disminuir un poco.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario