martes, 17 de marzo de 2020

Día a día

No son momentos para estar pensando en el futuro ni para rumiar en bucle sobre situaciones que aún no han llegado. Debemos estructurar nuestro día a día, establecer rutinas y hábitos, alternando (y a veces juntando) actividad física, intelectual y emocional. Hablar, sí, pero siendo conscientes de nuestro estado, de nuestros miedos, ansiedades y tristezas, para no proyectar y vaciar en cada comentario, nuestra angustia y pánico en el otro (y que se las arregle). Ese será el inicio de una escalada destructiva en la relación, sea del tipo que sea (amistad, pareja, paterno/materno-filial, fraternal...) El orden externo e interno siempre van de la mano. No es el momento de dejarse llevar. No da igual la hora de levantarse, de comer o de acostarse. No da igual no limpiar, no fregar los cacharros, no asearse... con la excusa de que "ya lo haré, total tengo todo el día, tiempo es lo que me sobra..." En estos momentos las rutinas, los hábitos, son más importantes que nunca. Y sobre todo, paciencia, comprensión y afecto. 



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