martes, 21 de mayo de 2019

Lo nuevo y lo viejo

...Llegaron nuevos aires con instrumentos y con fármacos potentes por doquier, con la informática y las redes del supuesto saber, con la información inmediata, con la invasión de la visión americanizada un tanto mimética y descriptiva, se perdía la frescura semiológica y psicopatológica y emergía un peligroso reduccionismo basado en la sumación, más o menos afortunada, de los síntomas, se excluía la expresión de la etapa evolutiva y del contexto y si había contradicciones se arreglaba con el invento de la co-morbilidad. Las visiones integradoras se debilitaban, era la “nueva” Psiquiatría infantil al decir de algunos grupos.

De forma simultánea emergía un cierto regusto por el dulzor del ejercicio del poder o de la cercanía con el poder, así se asimilaba al que agasajaba esta “nueva” forma de ver las cosas y surgía esa “nueva” forma basada en el cortoplacismo y la inmediatez. Se tapaba todo lo pre-existente y aparecía el “creacionismo” o “adanismo” de la especialidad, solo vale lo de los últimos 5-10 años, lo anterior es… la nada.

En el “creacionismo/adanismo” hay algo muy perverso: la negación de los hechos. Esa actitud es acientífica y antihistórica, se puede y debe interpretar los hechos pero no negarlos. Si no reconoces la historia no puedes progresar, siempre retrocedes. Recordemos lo que Lewis escribe en “Alicia en el país de las maravillas”: “¿Cuál es el camino? El conejo pregunta: ¿Dónde quieres ir? A ello responde: “no lo sé”, y el conejo concluye: Entonces da igual el camino que elijas”...

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