jueves, 9 de noviembre de 2017

El nuevo mundo

EL INMIGRANTE DIGITAL

Me decía el otro día una compañera especializada en el tratamiento de adolescentes que ella consideraba que habíamos entrado de lleno en la “sociedad del algoritmo”, pero que muchos profesionales aún no nos habíamos enterado. Yo no le quité razón, pero también le dije que las necesidades típicas de la adolescencia no habían cambiado desde un punto de vista conceptual, y que esa “nueva sociedad” tenía que ver más con el medio a través del cual los adolescentes de hoy buscan satisfacer esas necesidades. Unirse a otros, formar parte de un grupo, experimentar sensaciones al margen del ambiente familiar, la conflictividad con las figuras de autoridad... todo eso sigue y seguirá existiendo en las actuales y futuras generaciones digitales. Eso no significa que el medio no importe, todo lo contrario, sin medio o sin camino, no se puede llegar a ningún lado. Los adultos que se ocupan de esos nuevos adolescentes, se sitúan a menudo en un extremo de escasa digitalización, no quedándoles más remedio que ponerse el traje de “inmigrantes digitales”. Es fácil de imaginar que un inmigrante se siente aterrorizado cuando llega a su nueva tierra. La gama de peligros y riesgos se amplia increíblemente. Se pueden sentir confusos y desorientados, bloqueándose o comportándose a base de impulsos. Creo que el primer paso de un inmigrante para poder adaptarse a su nuevo lugar podría ser el adoptar voluntariamente una posición de aparente inferioridad respecto al “nativo digital”, es decir, frente a su hijo, mostrando curiosidad por el medio informático y pidiendo indicaciones. Tras ese primer contacto suele ser positivo saber esperar sin opinar acerca de lo que se ha aprendido hasta el momento. Se puede seguir observando y preguntando estratégicamente para así poder ir conociendo la perspectiva del nativo y los secretos que subyacen a ese nuevo mundo. Llegados a este punto es cuando el inmigrante podría empezar a introducir algunas dudas en las creencias del adolescente sobre ese mundo virtual, evitando siempre la descalificación pero intentando introducir nuevas perspectivas. Se trata de enfocar la situación desde el conocimiento y la aceptación de ese “nuevo mundo”, sin demonizar ni idolatrar, sino compartiendo un nuevo medio y posiblemente una nueva cultura.

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