martes, 17 de enero de 2017

Praxis

Nuevo artículo que me publica El Correo Gallego:



PRAXIS

Creo que cualquier terapia psicológica empieza por un proceso de toma de conciencia sobre lo que a uno le está pasando. Ese proceso va acompañado en ocasiones de una especie de catarsis emocional que es experienciada como liberadora para la persona. Pero también creo que ese primer paso, si bien es indispensable, no será suficiente sin una inmediata puesta en práctica en su día a día de las conductas que reflejen o escenifiquen esos “insights” (como diría la terapia Gestalt). Es cuestión de “hacer de otra manera”, “ahora mismo y desde ahora mismo”, a merced de las nuevas decisiones a que le obliga el análisis de sí mismo y la conciencia de la realidad que ahora adquiere el paciente. No hay que esperar al final de la terapia, o a llevar un determinado número de sesiones para empezar a actuar. La persona tiene que entender, al mismo tiempo que la terapia progresa, el alcance de sus decisiones y sus actos, y la reflexión sobre el carácter de los mismos. La terapia cobra sentido al compás de la praxis, de modo que el paciente pueda operar sobre la realidad y ver en ella los resultados. Una de las formas más eficaces de emerger del círculo vicioso en el que la inhibición ha sumido a un paciente está precisamente en esa toma de conciencia de sus posibilidades de acción y en la consideración de cómo esa acción, asumida con responsabilidad, está creando ya las condiciones para la nueva situación reparadora. Lo más difícil de vencer sobre la marcha es la indecisión surgida del temor a “volver a equivocarme”. La alienación de ese sujeto únicamente será vencida mediante la acción, y no lo será si solamente nos quedamos en el intercambio de palabras del despacho.


No basta, a mi entender, la reflexión y la catarsis para que se produzca el cambio (o la “curación”), hay que acompañarla de otras decisiones, ya que creo que el cambio no es nunca, por decirlo de alguna manera, asunto exclusivo de la persona, sino también de su situación. No podemos procurar la mutación del sujeto o en el sujeto, sino en su contexto, y esto solo es posible allí donde esa persona se desenvuelve. Como ya decían muchos otros filósofos y sociólogos, la cuestión acerca de si un pensamiento humano es objetivamente verdadero no es una cuestión teórica, sino práctica. Cualquier cognición, aislada de la praxis, acaba siendo una cuestión puramente teórica.

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