jueves, 5 de enero de 2017

Mis múltiples personalidades

El Trastorno de Personalidad Múltiple se hizo popular en Europa a finales del siglo XIX y principios del XX. Se podría decir que Charcot fue una especie flautista de Hamelín para el trastorno. Había contribuído a hacer que la hipnosis se convirtiera en un tratamiento médico popular. El trance hipnótico sacaba a la luz sentimientos, fantasías, recuerdos y ansias inaceptables de la persona... Empezó a surgir la idea de que algunos pacientes albergaban una personalidad oculta (o varias). A través de supuestos procesos de disociación, esas personalidades cobraban existencia propia, tomando por momentos las riendas de la conducta, ajenas al control de la supuesta personalidad dominante. Paradójicamente, la forma de tratar la disociación por medio de la hipnosis parecía provocar la multiplicación de personalidades. Creo que algo similar ocurre en la actualidad con la forma de enfrentarse a determinados problemas de tipo traumático en algunas orientaciones terapéuticas. Suelen ser evidentes la fragmentación y el ailasmiento de recuerdos en estas personas, y por supuesto que es importante que el paciente logre ir asociándolos e integrándolos. De ahí a asumir e incluso a hacerle creer al paciente que tiene múltiples personalidades hay una distancia que no debemos pasar por alto tan alegremente. Deberíamos hacernos más a menudo la pregunta de si en ocasiones no somos los propios terapeutas los que estamos sugestionando de algún modo a la persona que tenemos delante, haciéndole creer algo que quizá está en nuestra mente y en nuestras teorías, y no tanto en la suya, con el consiguiente y grave daño psíquico que le provocamos.


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