Hay trastornos que parece que se ponen de moda. Escucho mucho últimamente eso de “creo que tengo un TOC”... Y la mayor parte de las veces va a ser que no. Hay que entender que es normal obsesionarse ocasionalmente con algunas ideas o pensamientos y que solamente entramos en la esfera de lo patológico cuando se empieza a sufrir por esas obsesiones hasta el punto de llegar a dificultar el día a día. Es muy característico que el paciente con TOC ocupe su mente con esas “ideas” y acabe sintiéndose en cierto modo como alguien despreciable por su naturaleza aberrante que cree única en el mundo. La sensación misma de que no pueden controlar su afloramiento hace que quienes padecen este calvario rehuyan las relaciones sociales o aquellas actividades que impliquen cierta presión, ya que a mayor ansiedad mayor posibilidad de sufrir un brote obsesivo.
El tratamiento debe empezar por una toma de conciencia por parte del paciente de la absoluta interdependencia entre su estado de ansiedad y la susceptibilidad de desarrollar lo que podríamos llamar “tics” mentales o de comportamiento. Hay que tener en cuenta que estas personas tienen una visión deformada de la realidad, y ese enfoque erróneo o distorsionado les mantiene en un clima de miedo extremo. Cuando preguntamos en consulta por esos miedos nos dicen que temen por su vida, o temen perder el juicio, o el trabajo, o el cariño de los demás... Son siempre temores que alimentan la espiral ansiedad-pánico-ansiedad. Reducir esa ansiedad es fundamental a corto plazo para poder trabajar posteriormente sobre ese negativismo vital que mencionábamos.
En casos de TOC graves sí que considero que el tratamiento farmacológico es de gran ayuda, incluso diría que imprescindible, para poder realizar una terapia psicológica provechosa. En este sentido, los ISRS (Inhibidores Selectivos de la Recaptación de Serotonina) se han mostrado como fármacos bastante eficaces. En cualquier caso creo que su uso debe complementarse con la práctica de técnicas de relajación y de habilidades de afrontamiento. Aceptar que los problemas siempre van a existir y poder llegar a verlos como retos, y no tanto como dramas, será otro de los puntos cruciales de la recuperación.
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