Puede que las películas de cine, con independencia de la vía a través de la que se vean (salas de cine, televisión, ordenadores, tablets, móviles...) sean quizás las narrativas de ficción que más efecto tienen en la actualidad sobre las personas. Al igual que podemos decir que tenemos una banda sonora en nuestra vida, también podemos decir que tenemos una historia de vida ligada a determinadas películas. Me contaba un compañero psiquiatra hace unos días una anécdota que creo que ilustra bastante bien el efecto de sustitución del poder de la escritura por el de la imagen. Me decía que en un estudio reciente se preguntó a una muestra de jóvenes quién es Phileas Fogg, y muy pocos fueron capaces de reconocer al personaje principal de la novela “La vuelta al mundo en ochenta días” de Julio Verne, pero en cambio la mayoría sí pudieron reconocer a Willy Fogg, el personaje antropomórfico de dibujos animados que protagonizó la serie de televisión basada en esa misma novela. El personaje es Willy, no Phileas. En su opinión, los psicoterapeutas no deberíamos obviar este tipo de datos y tendríamos que plantearnos utilizar más el cine como herramienta. A él, según me cuenta, le resulta muy útil. Su explicación es que cuando se utiliza una película se pone en marcha una metáfora muy poderosa que suele crear algún tipo de reestructuración o “insight” en el paciente acerca de sus problemas. Además, es probable que esa película también cree un nuevo punto de unión entre paciente y terapeuta, posiblemente por tener que trabajar juntos sobre un elemento que en principio es ajeno a lo que se supone que ocurre normalmente en una terapia. Obviamente, es necesario elegir y preparar previamente las escenas que tengan potencialidad para resonar en la “guerra interior” y en la red de significados de ese paciente.
Las películas nos podrán servir así para sugerir esas metáforas que faciliten la expresión emocional, e incluso hacen que sean menos artificiosas las habituales tareas para casa que se prescriben entre sesiones. No creo que haga falta hacer de esto una corriente terapéutica o una especie de cine-terapia, pero sí que podemos convertirlo en un recurso valioso, tanto por la naturaleza del propio cine como por la de la terapia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario