miércoles, 1 de abril de 2015

Las otras

Desde el punto de vista del paciente y de los sistemas sanitarios, la existencia y abundancia de diferentes terapias psicológicas eficaces es una buena noticia. En todo caso, lo malo de esa buena noticia queda para los propios terapeutas, que nos habíamos creído a pies juntillas que la nuestra era la buena y ahora, además de ver que “otras” también lo son, ni siquiera podemos estar totalmente seguros de por qué y cómo la que aplicamos es eficaz. La cuestión, e incluso enigma, es cómo distintas y distantes terapias son, sin embargo, similares en cuanto a su eficacia. Y esto no quiere decir que no haya algunas más eficaces y eficientes que otras en problemas concretos. El énfasis que quiero poner no es tanto en que todas son eficaces por igual, sino que, por lo que indican los estudios, ninguna deja de serlo en cierta medida. El posible y probable “beneficio adicional” de unas sobre otras no está tan claro y es distinto a como los “creyentes y practicantes” de cada escuela creen.



Es curioso ver como las terapias son entre sí las “otras” o las “demás”. Un terapeuta cognitivo conductual difícilmente puede concebir que, por ejemplo, el psicoanálisis sea eficaz. Para explicarse algo así, el terapeuta seguramente diría que la eficacia se debe a que en realidad están usando técnicas de su enfoque como la exposición o el modelado. Pero el psicoanalista tampoco se explica cómo puede ser eficaz una terapia cognitivo conductual, y también acaba achacando el éxito a la incorporación por parte de ese terapeuta de elementos centrales de las teorías psicodinámicas. Mi explicación, sin embargo, se basa en que si nos fijamos en los factores comunes de todas las terapias entendemos que los problemas humanos en los que consisten los trastornos psicológicos encuentran su contexto de tratamiento apropiado en el carácter humanista inherente a la psicoterapia. Y no me estoy refiriendo únicamente a la terapia humanista (sin menoscabar la influencia de esta escuela). Me refiero al carácter humano que va unido a nuestra profesión, sea cual sea la orientación, por “científica” que se conciba y desafectada que esté de este tipo de consideraciones. Quizá es por eso que el veredicto del pájaro Dodo, de Alicia en el país de las maravillas, según el cual “todos han ganado y deben tener premios” puede aplicarse tantas veces en psicología.

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