"Durante 40 años, la gente miró la depresión simplemente como un efecto del déficit de neurotransmisores. Por tanto, no importaba cómo hablaras de tu vida, a quién, cómo te entendieras a ti mismo. Ahora estamos pagando la factura de esos años en los que, entre otras cosas, no se invirtió en lo que podemos llamar instancias protectoras. Hay que mirar las situaciones de sufrimiento de las personas. El sufrimiento mal tratado se convierte en síntoma. No necesitamos un batallón de psicólogos, psicoanalistas, psiquiatras, especialistas en síntomas. Necesitamos mucha gente atenta al sufrimiento, precisamos transmitir prácticas que permitan a las personas cuidarse y prevenir la formación de síntomas, cada cual a su manera".
"En la década de 1970 surge la idea de que no hay límites, que la gente puede y debe ser feliz, como dice la definición de salud de la OMS: el estado más completo de bienestar biológico, psíquico y social. Si eso no es una idealización de lo que alguien puede esperar de la vida, ¡entonces no sé lo que es!"
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