“Las consecuencias sociales que sufren las mujeres con adicciones son doblemente penalizadoras, haciéndolas culpables de su situación y de abandonar los roles que la construcción social del género asigna a la mujer -matiza López-. Esto también tiene como consecuencia que una mujer adicta se enfrenta a su tratamiento de las drogodependencias con muchos menos apoyos familiares, en comparación con los hombres”.
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